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Sunday, December 11, 2011

Esta hermosa vida académica (a colaborar y completar la lista!)

(en sintonía con todas esas declaraciones edulcoradas que se hacen cuando se acerca el día de la madre, onda "cambié los tacos por los pañales.." - y que las madres hacen sobre sí mismas, lo cual ya es un poco raro-, aporto mi visión happy-go-lucky de la vida académica)


Soy académica...


Cambié:
  • los boliches por las bibliotecas
  • alcohol por café
  • las angustias sentimentales (¿me llamará?) por las intelectuales (¿llegaré?)
  • un trabajo de 9 a 5 bien pagado por uno full time pagado como el peor de los de 9 a 5
  • hijos por estudiantes
  • bebés por tesis
  • batería de cocina por laptop
  • casa propia por eterno departamento de estudiante
  • manicura por manchas de tinta 
  • ojeras por haber salido por  ojeras de haber estado estudiando


Pero nada se compara a la sensación de 
  • epifanía cuando descubrís que esa idea que tuviste puede funcionar.
  • cuando después de 500 páginas encontrás una cita que te viene como anillo al dedo para lo que estás tratando de argumentar (y que aparte es de una persona tan reconocida que hasta te ruboriza que piense como vos)
  • escribir una frase que contiene exactamente lo que querías decir
  • llegar súbitamente al número de páginas que debías escribir (después de haber estado mirando de reojo el contador de páginas de tu procesador de texto todo el día)
  • darte cuenta de que en 4 meses de repente tenés algo para decir sobre un tema que hacía 4 meses ignorabas (by Beila)
  • liberación después de mandar un paper, un artículo o terminar un semestre
  • ver tu nombre en una revista, o en un programa de un congreso
  • la sensación de que cada día sabés un poco más que el anterior


Pegá esto en tu muro si.... jajajajaj no!
Seguro se me escapan miles, así que los invito a agregar, sobre todo en referencia a otras ciencias.
Y seguro muchos leerán esto y dirán: pero qué vida de mierda al fin y al cabo!
Bueno, es lo que a mi me pasa cuando leo que oler mierda de bebé es mejor que channel número 5.



Tuesday, November 29, 2011

Ansiedades estéticas

Hace varios días que vengo con esto en la mente, y dejé levar el asunto a ver si salía algo coherente en términos de exposición. Como no he llegado a nada, abro el debate:

La cosa viene más o menos así: hace unos días estaba leyendo la novela El largo atardecer del caminante, de Abel Posse. Llegué a este autor por medio de Los perros del paraíso, novela que tuve que leer para una clase. El tema es que me gustó tanto la novela que decidí invertir el tiempo de mi paper en investigar más sobre este hombre, previa sorpresa y vergüenza inconfesada sobre mi tardanza en leerlo.
A medio camino de El largo atardecer... me puse a buscar a este señor en google, ya que seguía sintiéndome mal por no haberlo descubierto antes, máxime siendo argentino (cuando uno estudia en el exterior, como es mi caso, a veces se hace cargo de cosas como esas)
Gran error.
El hombre en cuestión no sólo reivindica a la dictadura y fue ministro de Macri, sino que también se refiere al gobierno actual en términos terriblemente fascistas. (de verdad, miren acá)
¿Vergüenza yo? ¡vergüenza te debería dar a vos!

Pero, claro, no es tan simple.

Era imposible negar a estas alturas que la novela me había gustado, y mucho. Básicamente por su destreza narrativa y por una ironía tan fina como grácil. Ahora me doy cuenta, humor para "entendidos" (cómo odio esa palabra), para gente que tiene alguna bibliografía encima.
Solté el libro como si le hubiese crecido una araña de repente.
Estuve mirándolo un rato de lejos.
Le escribí a mi gurú intelectual. Me respondió: "Una palabra: Borges"
(un grosso, mi gurú, pero ese es otro tema)

La cuestión es que me dio una culpa tremenda disfrutar de una creación artística de alguien de esa calaña. Me resistía de una manera adolescente a concederle valor. Esta es una discusión antiquísima, hay incluso volúmenes enteros escritos acerca de la apreciación artística de los nazis y demás. El problema, en mi caso, es que escribir un trabajo sobre este tipo es de alguna manera darle entidad. No es mucho el poder que uno tiene como crítico, pero es innegable que escribir sobre alguien y no sobre otro alguien tiene consecuencias.

La resolución de este dilema en particular provino de la practicidad: no tenía tiempo para leer otra novela así que estoy escribiendo el paper sobre El largo atardecer.

El debate, por otra parte, no me abandona. Si por un lado tener en cuenta la postura ideológica del autor nos devuelve al biografismo que asesinó Barthes, por otro la náusea que uno siente es innegable, y debería ser abordada o reconocida de alguna manera. Obvio, pienso en Borges, pienso en Piazzolla y no se me ocurre desestimarlos, pero también ambos están lo suficentemente lejanos a mi realidad y mi contexto histórico.
Es imposible no ser de izquierda si uno lee lo suficiente y reflexiona.
¿Cómo metabolizamos el gusto de derecha?

Como dije, abro el debate.

Sunday, October 30, 2011

Pasa en la vida, pasa en el cine...

Halloween...

No voy a entrar en consideraciones respecto de la necesidad imperiosa que observo en mucha gente de transformar su disfraz de "slaughty (insert name)" en "drunken slaughty (insert name)" porque las moralidades no son lo mío, y es además un punto por demás remanido...

De todos modos, hablando de disfraces, unos días antes de esta fiesta del cambio (pero no del carnaval, al menos no en el sentido bajtiniano, o sea, los losers siguen siendo losers y las cheerleaders siguen siendo... pero con ropa de otro color) hubo una campaña en facebook de gente bienpensante esgrimiendo lo estereotípico de algunas opciones, aquí algunos ejemplos:




Un punto definitivamente escuchable y justo, a qué negarlo. 

Esta señorita, bah señora

En mi caso, decidí optar por un personaje de ficción. Hacía rato que se me había ocurrido ir de Mia Wallace a algún Halloween, no sólo porque el disfraz es relativamente fácil y barato, sino porque hay algo en esta señora de mafioso que definitivamente va con la idea de la fiesta. Si no me creen, recuerden la escena en el restaurante con Vincent Vega, en la que ella desmitifica la historia del foot massage - no les voy a contar toda la peli, si no entienden de qué estoy hablando, vayan a verla y ya está - y al mismo tiempo, o al menos así lo vi yo, evidencia los prejuicios de género en personas que han visto demasiadas cosas como para mantener algún prejuicio en pie (sí, ahora que lo leo, eso lo sólo vi yo, no hay dudas). En definitiva, su personaje tiene todos los ingredientes que ahora los adolescentes adoran (creo) en los vampiros: es efectivamente seductora, pero si le tocás un pelo podés salir disparado por una ventana, aunque ella minimice y haga como si no..
Volviendo a lo práctico, el hecho es que con una buena peluca (o corte de pelo, cosa que también barajé, pero por suerte no hice, ya verán por qué), una camisa blanca y unos pantalones negros ya uno está listo. Para agregarle un poco de dramatismo, me puse sangre en la nariz y llevé a todos lados mi jeringa hipodérmica. El resultado fue más o menos este:

Sí, lo se. La peluca es
demasiado larga
Una vez llegados a la fiesta, menos del 20% de la gente que estaba ahí supo de qué iba. Me encontré con mucha gente que sonreía al saludarme y luego de dos o tres minutos de conversación intrascendente agregaba: por cierto, de qué vas?
Ok, además de la frustración infantil - a nadie le gusta que no le reconozcan el esfuerzo de apartarse de lo slaughty y llevar un disfraz "con contenido"- me puse a pensar en qué extraño resultaba que los americanos no reconocieran íconos - Mia Wallace, no yo, se entiende- de su propia cultura. Al fin y al cabo, yo vi Pulp Fiction en Argentina, años después de que hubiese sido estrenada con gran éxito en Estados Unidos. ¿Por qué son capaces de reconocer una geisha y no algo que produjo uno de sus mejores guionistas (lo de director lo podemos discutir)? ¿Será que la campaña de los bienpensantes al final tenía un punto mucho más justo de lo que me había imaginado en un principio?

Me fui de la fiesta. Estaba aburrida (yo, la gente parecía pasarlo bien).

La próxima voy de monja y ya está.

Sunday, October 2, 2011

¿Qué necesidad?


El otro día saqué esta peli. Había visto el póster en el cine hace un tiempo y pensé que era lo que mi fin de semana necesitaba. Quería una comedia más o menos pasatista para un sábado a la noche, pero siempre me termina pasando lo mismo. No sólo no me causó gracia sino que me aterraron los sistemas de valores que tan sin cuidado sostienen y mantienen en You Again.
Les resumo un poco de qué la va: una chica que "ha triunfado en la vida" - o sea, gana bien, pero oh! no tiene novio, "tanto no habrá triunfado al final"- vuelve a su pueblo natal para el casamiento de su hermano, y para descubrir que la novia en cuestión es su recontra-archi-enemiga de la secundaria (que nadie ha reconocido hasta ahora, por otra parte, bien por la comunicación familiar)
Empiezan estas dos una lucha de poderes y la hermanita termina arruinándole el casamiento al hermano porque no puede creer - o superar- que la mala de la secundaria pueda tener algo bueno como para casarse con su hemano. Sumado a esto, una historia paralela - porque esto te puede pasar a cualquier edad, se supone - entre la madre de la chica abusada en la escuela y la tía de la novia, las cuales aparentemente han tenido un problema de pantalones -ajenos- en su adolescencia. Por supuesto, todo termina bien, hay boda - ¡claro que sí!- y parece que la chica también va a ligar un novio para completar su camino de éxito y autosuperación.
Ahora bien, además de que la peli no me causó ninguna gracia (no es graciosa, en serio) es indispensable pensar algunas cositas que da por sentado:



  • toodo lo que te pasa en la vida está digitado por lo que te pasó en la secundaria: ¿en serio? Justo el momento en el que menos criterio tenés, por las hormonas y tal, es el definitorio de lo que vas a pensar de la vida. Nacemos, pubertad, y desde ahí adolescencia hasta el cajón, señores. Cualquier atisbo de madurez es sólo una máscara, como la de las pestañas.
  • ser exitosa significa ganar bien, tener lentes de contacto, fuera ortodoncia y un buen corte de pelo (y una posibilidad de un novio al final, no te creas, porque sino el éxito no es completo) O sea que el éxito se define por la productividad económica y la fertilidad, obvio. De todos modos, lo económico queda eclipsado por lo emocional, ya que la mala es enfermera y la otra tiene una carrera, pero eso no implica que la ex nerd se sienta mejor con respecto a ella misma, ya que la enfermera se la pasa contando historias de lacrimógenas que ganan a la familia y hasta el perro (linda representación del nivel de credulidad del americano medio)
  • nunca pero nunca vas a superar los problemas que tuviste durante tu adolescencia Y acá viene el caso de la historia paralela: dos cincuentonas enfrentadas por las inseguridades de sus dieciséis. Una - la perdedora de antes- es dueña de toda una cadena de hoteles, pero nada se compara con la familia que la otra ha formado - creo, incluso, que sobre el final dice algo como "mi logro es mi familia"- o sea que a dejar todo y ponerse a parir, aunque se siente amenazada sólo porque la otra está buena, no porque habla 4 idiomas (hola,chau y poco más en francés, alemán e italiano, en rigor, pero creo que quieren dar a entender eso). Claro que la antigua perdedora está pasando por una depresión post divorcio, pero eso no se explota en la peli, para qué.
  • perdón es una palabra mágica que borra mágicamente cualquier cosa que hayas hecho sobre el final, después de haberle arruinado la boda, en un gesto increíblemente egoísta, nuestra Verónica Mars recibe un pedido de disculpas por parte de la ex-mala, quien reconoce que todo eso le sirvió para reflexionar. Claaaro, tu futura cuñada te caga el matrimonio casi consumado - basado en una relación de un tiempo, en la que parecía que todos se llevaban fantástico - porque no puede superar que hayas sido una gran hija de puta, cosa que la marcó toda su vida por lo que se ve, y vos te das cuenta que quizás hayas estado mal. Mismo caso con Verónica Mars. Le pide disculpas, busca al hemano y le dice que por ahí la chiruza no es tan mala, y todos contentos. El hermano, que había cancelado el casamiento - y que casi pone en twitter "menos mal que no me casé"- ahora está dispuesto a volver, si la hermana lo dice. Una opinión de fierro el muchacho


En definitiva, perdí mi tiempo, aunque me instruí un poco más en los valores de la cultura americana...
(otro día si tengo ganas hago un post sobre Sweet Home Alabama, otra peli que me pone de los nervios)

Wednesday, March 2, 2011

Que sí, que no...

Mario Vargas Llosa es un escritor bastante desigual, y eso que con esto me refiero específicamente a su producción literaria. Tiene genialidades y bodrios. Me encantó El Hablador, por ejemplo, pero no pude pasar de la página 5 de La ciudad y los perros o La casa verde. Me han recomendado otras cosas que están en mi casi infinita lista de espera y sólo las he agregado porque la gente que recomendó me merece respeto.

Cuando le dieron el Nobel a mi me dio dolor de estómago. Cuando escuché su discurso de aceptación casi me da una úlcera, por motivos que no voy a explicar acá, quizás en algún otro post (si quieren ir leyendo lo pueden hacer aca).

Ahora con la eminente apertura de la Feria del Libro en Argentina se armó la polémica sobre si convenía o no que viniera. Varios intelectuales de lo mejorcito que tenemos en el país - Horacio González, el Feinmann que vale la pena, entre otros- escribieron y expresaron su opinión contraria a la propuesta de que el peruano nos "visite". Básicamente su postura se basa en las recientes declaraciones de Vargas Llosa sobre Argentina y los gobiernos populares.

En el medio sale la Presi a defender la libertad de expresión y a decir que Vargas Llosa puede venir a decir lo que quiera, que ese es el punto. Conclusión, parece que viene.

Entiendo perfectamente la posición de Cristina, y de hecho coincido con que a un autoritario hay que escucharlo para después refutarlo. No están acostumbrados al diálogo, y esto los pone en evidencia. El tema es que defendiendo a Vargas Llosa contra la postura de un González también se relativiza el término "libre expresión", porque en este caso la única libre sería la de Vargas Llosa, que se liberta por haber ganado el Nóbel.

Por otro lado, que González diga que si no viene Vargas Llosa puede venir cualquier otro escritor argentino (lo dice acá) me parece un tantín reduccionista. ¿Qué vamos a hacer, vamos a traer a Fresán desde España? Obvio que me encantaría que Saccomanno, por ejemplo, abriera. Al fin y al cabo fue premiado internacionalmente el último año por El Oficinista, que es magistral. El tema es que hay muchísimos más escritores latinoamericanos que podrían venir. La oposición binaria no debería ser o Vargas Llosa o cualquier argentino, porque ahí sí que perdemos.

Por otra parte, no me deja de rondar la cabeza el caso Borges y cómo la academia se ha rasgado - y se rasga- las vestiduras por su esquivo Nobel. Claro, Borges no es Vargas Llosa. Es infinitamente mejor, pero también eran otros tiempos.

Creo que la posición de Cristina es la correcta, no tengo dudas de eso. El tema es que también defiendo que si alguien tiene una opinión sobre Vargas Llosa tiene que poder expresarla, porque sino estamos con la hipocresía típica de los velorios, en los que el muerto se vuelve una excepcional persona sólo por su condición de cadáver. El Nóbel es un premio, no una visa de honorabilidad ni mucho menos de talento absoluto. Estaría bueno que siempre recordemos eso.

Thursday, February 24, 2011

Sobre el exilio virtual

El otro día leí para una clase un estudio sobre el exilio. Nada fuera de lo común, si no se hubiera referido el artículo a la pérdida de... bueno, de un juego online.
Al principio me molestó profundamente que se usaran términos tales como exilio, refugiados, transculturación e incluso estress postraumático para lo que en mi imaginario no eran un más que un par de nerds. La comparación odiosa con todos los exiliados políticos los dejaba como un grupo de alto narcisismo e irresponsabilidad moral.
Sin embargo, me quedé pensando en el rol de las emociones en todo esto. ¿Podemos meternos y decirle a alguien cuándo sentirse desarraigado y cuándo no? ¿Tenemos nosotros el poder de establecer cuándo es apropiado? Definido de esta manera, el exilio sería, entonces, una sensación, una melancolía que puede tener diferentes causas históricas pero que es innegable una vez que se experimenta.
Es complicado. No puedo al escribir esto no pensar, por ejemplo, en Jorge Semprún, en Max Aub y en todos los refugiados políticos. Siempre tiendo a evaluar a esa como la "Historia", los "verdaderos tiempos para haber hecho algo", cosa que me deja en una postura cuanto menos existencialista (y que hace suspirar profundamente a mi psicóloga también), ya que mi nacimiento dista mucho de la mitad del siglo XX.
Por otra parte, nuestro presente presuntamente globalizado y altamente virtual engendra este tipo de conductas, de reclamos de resignificación para términos quizás "demasiado" cargados para los tiempos que corren.
¿Estamos alivianando y vaciando el concepto de exilio o sólo (post)modernizándolo?