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Sunday, July 28, 2013

Ideología cruda


Hace unos días que unos popes del pensamiento contemporáneo se vienen peleando de lo lindo. Y digo de lo lindo porque son esas discusiones en las que nadie pierde y todos aprendemos. Para resumirlo brevemente, uno acusó al otro de hablar con grandes palabritas que al final resultaban vacías y sin sentido, porque no se apoyaba en los hechos para sostenerlas. El otro - mi preferido, debo decir- le contestó que el apoyarse en los hechos había hecho equivocarse al primero más de una vez, y que, justamente, elegir un hecho o el otro para sacar una conclusión implicaba ya de por sí un recorte ideológico inseparable de lo que se pensase de ese hecho, y que la ideología era, justamente, una de esas palabritas vacías que tanto le molestaban y que tan peligrosamente pasaba por alto.
Todo esto viene a cuento de este concepto de ideología, que uno de los dos tan graciosamente ignoraba y el otro le refregaba por la cara. Leyendo este debate encontré la manera de expresar cómo vi ciertas discusiones en Argentina, y desde ya perdón por la metáfora autóctona.
Ideología cruda, eso es lo que vi. Como si fuese una carne, pero carne roja, porque el pescado de última se puede usar crudo para hacer diversas comidas japonesas. Muchos debates que oí y miré se basaban en una ideología cruda. Y eso no es lo mejor que puede pasarnos.

Vamos por partes. La ideología es eso que vos pensás que es obvio, tu "sentido común". Pensá en dos o tres cosas que "son así" porque "sí". Bueno, dejáme decirte que el sentido común es el menos común de los sentidos; todo lo que te parece que tiene que ser de determinada manera es ideológico, desde cómo criar a tus hijos hasta qué candidato votás. Todos tenemos ideología, lo que quizás muchos no tengan es una orientación partidaria, es decir, que su ideología no se ve reflejada o representada por ninguna opción de grupo. Eso es otra cosa. Por eso decir que uno no tiene ideología o es apolítico es una gansada: el comer una tostada de pan de salvado en lugar de pan blanco tiene una base ideológica. Casi todas tus decisiones también.

Ok, entonces, todos tenemos ideología, buenísimo. Ahora volvamos al concepto de ideología como carne cruda. ¿De qué te sirve un cacho de nalga, por poner un ejemplo, cruda? ¿Es carne? Claro, pero no se puede comer, o sea, no sirve para nada todavía; hay que aderezarla, decidir cómo se la va a cocinar - quizás agregar unas papitas - pero de momento no tenemos nada más que eso: carne. Mismo pasa con el sellado: parece cocida, pero no.
Digo que lo que observé en Argentina fue ideología cruda porque muchas veces - no todas, no todas- me encontré con gente que me tiraba la decisión tomada pero no me podía explicar el camino para llegar a esa resolución. Ojo, yo no soy juez de nadie, nadie me tiene que andar dando explicaciones, pero que uno piense que con decir salvado o pan blanco ya está, y que considere no necesita ahondar más en el tema me hace sospechar que no hay mucho más allá.
Ideología cruda es, entonces, la noción del deber unilateral de optar, de ser una cosa o la otra (o la otra de más allá), no de decidir, de consensuar, y ahí sí que la estamos cagando, che. ¿Por? Porque si tu ideología está tan cruda como la del otro, ninguno de los dos se puede sentar a discutir seriamente qué habría que hacer, o no, y por qué. Una vez que tenés un puchero o una milanesa se puede abogar sobre hervir o rebozar, pero no con el cacho de carne en la mesada todavía. Reitero, no fueron todos - y yo tengo mis límites también, ojo, hay cosas que directamente no explico ni discuto - pero sí observé que mucha gente se aferraba a su cacho de nalga - de vaca, se entiende- como si estuviese comiendo milanesa. O puchero.

Me parece, humilde y esperanzadoramente lo digo, que habría que apagar un poco la tele - ¡todos!- y sentarse un poco más con el mate mirando hacia la nada, pero pensando por qué uno cree que lo que es es como es. Sí, suena a pregunta fumona, lo sé, pero créanme que la respuesta no está ni tan fácil ni tan cerca ni es, mucho menos, obvia.
¡Y puede cambiar, además! Eso es lo lindo. La ideología no tiene por qué estar tallada en piedra, todos vamos adaptando nuestras ideas a partir de nuestras experiencias. En psicología le dicen resignificar.
Si le quitamos lo común al sentido, quizás nos pongamos en vereda hacia algo distinto. Quizás podamos aprender a escuchar, también, porque una vez que uno sabe que lo obvio es particular y no general, a veces se le genera curiosidad por saber qué es obvio para otro. No para burlarse - "este boludo no sabe que lo que le parece verdad revelada es una opinión"- o creerse superior - un vicio que tenemos en demasía- sino para realmente empezar a ver, a escuchar, a construir.
Y ojo que yo no estoy parada en ningún banquito para decir esto, eh? Todo esto es una expresión de deseo para un nosotros, no para un ustedes.
 Si para mí al fin y al cabo es obvio que Tévez es mucho mejor jugador que Messi.