Pages

Wednesday, March 11, 2015

Inconsciente colectivo

Acabo de levantarme de una siesta que me tomó por asalto.

Soñé con la presi. Resulta que no sé por qué yo tenía el privilegio de andar con ella por un día o así. La acompañaba en las miles de cosas que hacía por día, hablábamos, visitábamos lugares, me contaba cosas y me explicaba otras, y en un momento de sincericidio se daba este diálogo:

Ella: Yo sé, llegué a lo más alto que se pueda llegar en política. Estoy contenta de todo lo que hemos hecho, muy orgullosa del pueblo y sus representantes, pero ¿querés que te diga la verdad? Entre nosotras, no sé si pude ser muy feliz todos estos años, y me da una bronca bárbara. ¿Tendré algún problema? ¿Cómo no disfrutar de todo esto?

Yo: No, problema no tenés, lo que no sabés es mirarte desde afuera. ¿Cómo vas a disfrutar si en el medio de todo eso tuviste que arrastrar un duelo tremendo a la vista de todo el mundo, y cuando casi recién arrancabas? Pensá por un momento qué hubieras podido hacer si, cuando pasó lo de Néstor, hubieras sido una anónima abogada en el sur. Capaz te hubieras tomado dos o tres días - más no, te conozco -, para procesar lo que pasó, hubieras suspendido las cosas que tenías que hacer, o delegado en otros abogaodos del estudio las presentaciones en público o esas cosas... acá no se podía hacer eso, porque no había nadie arriba tuyo. Y saliste a pelearla como si no pasara nada, con la misma fuerza. ¿Cómo no vas a sentirte triste en el fondo, si nunca te ocupaste de esa herida? Y sin embargo acá estás, ya te vas, paraste todas las balas, nos protegiste e hiciste más de lo que te hubiéramos pedido. Siempre.
¿Sabés qué haría yo? Obligarte a disfrutar estos últimos meses. Qué se yo, vaciá la casa de gobierno y corré descalza por los pasillos, por ejemplo. Probáte los vestidos de Evita, no sé, divertíte. Ya laburaste un montón, ahora pensá qué hubieses hecho de chica si te concedían ser presidenta....

No me respondía nada, pero me escuchaba atentamente y me sonreía. Una sonrisa hermosa, como ella. Me desperté con el corazón tibio, deseando que de alguna manera todo ese amor le llegue.