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Tuesday, November 29, 2011

Ansiedades estéticas

Hace varios días que vengo con esto en la mente, y dejé levar el asunto a ver si salía algo coherente en términos de exposición. Como no he llegado a nada, abro el debate:

La cosa viene más o menos así: hace unos días estaba leyendo la novela El largo atardecer del caminante, de Abel Posse. Llegué a este autor por medio de Los perros del paraíso, novela que tuve que leer para una clase. El tema es que me gustó tanto la novela que decidí invertir el tiempo de mi paper en investigar más sobre este hombre, previa sorpresa y vergüenza inconfesada sobre mi tardanza en leerlo.
A medio camino de El largo atardecer... me puse a buscar a este señor en google, ya que seguía sintiéndome mal por no haberlo descubierto antes, máxime siendo argentino (cuando uno estudia en el exterior, como es mi caso, a veces se hace cargo de cosas como esas)
Gran error.
El hombre en cuestión no sólo reivindica a la dictadura y fue ministro de Macri, sino que también se refiere al gobierno actual en términos terriblemente fascistas. (de verdad, miren acá)
¿Vergüenza yo? ¡vergüenza te debería dar a vos!

Pero, claro, no es tan simple.

Era imposible negar a estas alturas que la novela me había gustado, y mucho. Básicamente por su destreza narrativa y por una ironía tan fina como grácil. Ahora me doy cuenta, humor para "entendidos" (cómo odio esa palabra), para gente que tiene alguna bibliografía encima.
Solté el libro como si le hubiese crecido una araña de repente.
Estuve mirándolo un rato de lejos.
Le escribí a mi gurú intelectual. Me respondió: "Una palabra: Borges"
(un grosso, mi gurú, pero ese es otro tema)

La cuestión es que me dio una culpa tremenda disfrutar de una creación artística de alguien de esa calaña. Me resistía de una manera adolescente a concederle valor. Esta es una discusión antiquísima, hay incluso volúmenes enteros escritos acerca de la apreciación artística de los nazis y demás. El problema, en mi caso, es que escribir un trabajo sobre este tipo es de alguna manera darle entidad. No es mucho el poder que uno tiene como crítico, pero es innegable que escribir sobre alguien y no sobre otro alguien tiene consecuencias.

La resolución de este dilema en particular provino de la practicidad: no tenía tiempo para leer otra novela así que estoy escribiendo el paper sobre El largo atardecer.

El debate, por otra parte, no me abandona. Si por un lado tener en cuenta la postura ideológica del autor nos devuelve al biografismo que asesinó Barthes, por otro la náusea que uno siente es innegable, y debería ser abordada o reconocida de alguna manera. Obvio, pienso en Borges, pienso en Piazzolla y no se me ocurre desestimarlos, pero también ambos están lo suficentemente lejanos a mi realidad y mi contexto histórico.
Es imposible no ser de izquierda si uno lee lo suficiente y reflexiona.
¿Cómo metabolizamos el gusto de derecha?

Como dije, abro el debate.