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Thursday, April 19, 2012

Sobre archivos y memoria

Ya lancé piedras y escupitajos
al lugar donde ahora trabajo
Cuarteto de Nos-Ya no sé qué hacer conmigo


Tomemos, por ejemplo, el año 1997. Odiaba la institución en la que estaba, y juré no poner un pie nunca más ahí. Quería estudiar letras ("una carrera linda para mujeres", dijo mi profesora de Educación Física, no me lo olvido más) con el secreto afán de convertirme en escritora de cuentos cortos. No me iba a casar, pero tenía el nombre de mis dos hijos, Alejo y Abril, y padre para las criaturas también. El concepto "irse a vivir a otro país" me parecía incomensurable e irrealizable, aunque si me hubiesen dado la opción, por supuesto que me hubiese ido a Europa. Estados Unidos me parecía una grasada. Políticamente era de izquierda, aunque no lo sabía, pero mi postura frente a la última dictadura militar pasaba por un odio categórico e indiscriminado a toda persona mayor de 30 años en ese momento (el razonamiento era: si tienen el lujo de estar vivos, es porque fueron cómplices)

Suerte que nadie tiene registro fílmico - existe escrito, pero está todo en mi poder - de todo aquello. Mi presente puede discutir, refutar vergonzosamente y hasta mirar con cariño esa candidez de mis 17. Lo que si no puede es sostenerla.

Y es que nadie, absolutamente nadie, resiste un archivo. Y muchas veces está muy bien que así sea.

Todo esto viene a cuento, como ya se imaginarán, de ciertas acusaciones que leo en el ciberespacio referidas a la expropiación de YPF. No me voy a adentrar porque todo el mundo las conoce, y lo que me interesa discutir es otra cosa.

No voy a defender o justificar al gobierno *, porque me parece que la medida habla por sí sola. Lo que me interesa, por otro lado, es esa fe ciega que se tiene en el argumento del archivo como imbatible para cerrar cualquier discusión. Yendo al grano, como el canario, la pregunta es esta: ¿está mal cambiar de opinión? ¿no es algo esperable en gente pensante reevaluar posturas? Y esto lo digo aún si suscribiéramos la visión de que en algún momento Néstor Kirchner y Cristina Fernández hubiesen sido acérrimos defensores de la privatización (creo que nos falta alguien en la foto, no?). Para el caso, es lo mismo. Supongamos que fueron ellos los que vendieron YPF (cosa que sólo podría ser sostenida por una ignorancia o una mala leche igual de vergonzosa), ¿eso implica que la medida de expropiar para renacionalizar es mala? ¿No podríamos discutir la medida en sí misma, en lugar de basar todo el argumento en una alzada de dedo cual niño botón de primaria?

Supongamos que Cristina haya sido un adalid del neoliberalismo salvaje de los 90s. Ajá, ¿entonces? Esto no es lo de Rial, en donde las siliconadas salen diciendo que jamás se comieron a Matías Alé, o que no cobran por cariño. Esto tiene que ver con reconstruir un país, al que hasta The Guardian le reconoce un crecimiento inesperado y sin precedentes (sí, el mismo que se "olvida" de la invasión de los ingleses en 1833, mire usted qué cosa)

Creo, y eso ya lo dije antes en otro post, que toda discusión es saludable, ejercita la inteligencia y reconcede el valor a nuestras posturas al tener que defenderlas frente al que no piensa como uno. Eso siempre que los argumentos sobre la mesa sean viables para una discusión. Me encantaría escucharlos, siempre aprendo mucho. Pero salir a desenterrar fotos no prueba nada, salvo la propia cortedad y falta de peso de la crítica.

"Vergüenza es Lanata", dice Malena Pichot en uno de los cortos de Cualca. Sí, a mí también me da un poco de escozor verlo en lo que YO considero una prostitución mediática. Pero es lo que YO considero, porque es un giro que no me esperaba y que realmente me hace dejar de seguirlo (no es que haya sido fan antes tampoco, pero bue). Sin embargo, no me van a ver posteando un video de él diciendo cosas que se contradicen con su presente. Si tuvo un cambio, lo respeto. Si me quiere convencer de que no lo tuvo, sigo respetándolo, pero me parecerá un mentiroso que me toma por boluda. Pero, al fin de cuentas, es SU decisión, SU cambio. Para mí está equivocado, pero hallará él con la plata que esté ahorrando, sus motivos tendrá, y yo se los respeto.

Esta ansiedad por el archivo, por tener la oportunidad de levantar el dedito patotero y sentirnos más vivo que el otro por eso, se nos puede volver en contra en cualquier momento. La coherencia es importante en tanto no se vuelva monolítica, porque ahí sí que no nos permite pensar. Y el que piensa se contradice, justamente, porque está en perpetuo movimiento. Por supuesto que no todas las contradicciones son igual de graves, como no todas las continuidades son igual de importantes, pero eso para otro día...

Por lo pronto, tiro la primera piedra: Yo no resisto un archivo. ¿Ustedes?



* He decidido desde hace un tiempo no meterme en discusiones políticas, ya que tengo dos "defectos": soy muy bien educada y me informo antes de hablar, lo que me expone generalmente a tener que comerme en respetuoso silencio rollos sin sentido que a su final me dejan sinceramente sin ganas de deconstruirlos. Ya juntaré energías, o me volveré más irrespetuosa.

Sunday, April 8, 2012

La piel que habito o la llegada del nuevo dermoterror

Charly: ¿A vos te parece que yo soy un artista?
Lanata: No lo sé (...) yo creo que hiciste grandes
 cosas y que después te empezaste a copiar 
a vos mismo y creo que te das cuenta
Charly:  Yo pienso que vos sos un pelotudo. (*)
Día D, año 2000


Hace unos años, mi mamá trabajaba en un instituto de estética. El lugar, además del consabido nombre en francés - hay cosas en Argentina que nunca cambian - se definía a sí mismo como una "unidad de cuidados intensivos de la piel", cosa de por sí ya un poco agorera, si es que uno ha tenido la dudosa suerte de pisar, ya sea como paciente o paciente por noticias, una unidad de cuidados intensivos.
Recuerdo, además, que me impresionaban mucho - y hacía rato que ya no era chiquita, convegamos - los nombres de los "procedimientos", a saber, dermoabrasión, peeling, y el ya consabido y nunca bien ponderado "bótox" (inyectarte el virus -inoculado- del botulismo en la cara). Siempre comentábamos con mi madre esa delgada línea que existe entre el tratamiento estético y la tortura consentida. Beauty is pain, dicen acá en Estados Unidos.
Todo esto nos lleva - y ahora que pienso, qué mejor manera de empezar un comentario sobre una peli de Almodóvar con una referencia a la relación con mi madre, je - al comentario sobre La piel que habito, si bien no la primera, una de las últimas pelis de dermoterror que he visto.
La historia es buena, a qué negarlo, incluso en lo que tiene de predecible. Las interpretaciones posibles pueden estirarse tanto como la piel; psicoanalíticas, abyectas, sociales, hasta incluso podríamos preguntar qué significa que para crear una imagen de la belleza corporal absoluta haya que recurrir a Jean Paul Gaultier (¿o se creyeron que ese vestido que se pone al final es de los coreanos?) La relación entre la piel y la identidad, y entre la ética y las emociones está genialmente desarrollada, el suspenso excelentemente dirigido y las actuaciones, como siempre, soberbias.
y ni quieras pensar lo que te traigo para el día de la madre

Lo que me interesa, de todos modos, es la recepción que he oído en estos días sobre la película. Está claro que cuando uno entra al cine a ver "una de Almodóvar" lo hace con ciertas expectativas (la teoría de la recepción, hace casi ya 100 años, habla de eso, se llama "pacto" u "horizonte", depende el crítico) y yo misma me he escuchado decir que, para ser una peli de Almodóvar, debería empezar por donde termina ( y sólo eso voy a decir, el que la vio me entiende, el que no, ya la verá). Ahora, ¿es justo exigirle a un director que se repita, que se limite a habitar su piel? Existen momentos en la peli muy pero muy "almodovarianos", como este de acá arriba, en el que además se da un punto muy interesante con respecto a la nacionalidad del tigresito (que analiza muchísimo mejor que yo mi advisor en un artículo con respecto al mundial de fútbol pasado - "The Sound and the Red Fury" - , así que no me meto, sólo lo señalo). Vaya casualidad que el bruto es portugués, no? Y a eso súmenle lo que le aporta a la genealogía en general de los personajes (más críptico no lo pude escribir, espero que me entiendan los que ya la vieron). Los colores y los roles también son puro Almodóvar, pero sin embargo, hay un plus algo que escapa la clasificación certera y que pone nervioso a más de uno, cuando en definitiva a las películas habría que mirarlas, que para eso se hacen.
El punto es, en definitiva, que muchos de nosotros le exigimos a Almodóvar que se limite a habitar su fama, o la imagen que de él tenemos. Otros, incluso, llegan al punto de querer tratar de encasillar esta peli en moldes prefabricados, como aquellos que dicen que es muy "hitchcockiana" (y no voy a volver a escribir ese adjetivo, me tomó 10 minutos) porque hay escaleras, persecuciones y gente que confunde gente viva con gente muerta. Déjenme decirles: siéntense primero a ver Vértigo y después digan esas cosas, si todavía las pueden sostener. Calificar a La piel que habito como hitch...  es reducirla a un molde que por otra parte, no le queda "pintado" como el body que Gaultier le hizo a Elena Anaya, sino que ajusta donde no debe y hace bolsas por todos lados.
Una de las mejores imágenes de la peli a mi juicio. 
Sin embargo, si nos trasladamos a las críticas que han tenido las últimas pelis de Woody Allen, por ejemplo, nos encontramos con el mismo fenómeno; a partir de Match Point, "ya no es lo que era". Me confieso parte de esta crítica, pero sólo porque Midnight in Paris me pareció un exceso (o sea, sí, ya cazamos que el pibe viaja en el tiempo, es necesario repetirlo incansablemente por una hora y media?) falto de resolución a nivel trama, que no es lo mismo que decir que es muy fellini o cualquier otra gansada intelectualoide mal digerida que se precie de tal.
Quizás para cierto público los directores no deberían durar tanto, o quizás los públicos también deberían abandonar la ansiedad de definición. Almodóvar tiene 62 años (para 63, dirían las abuelas), y Woody 14 más. ¿No es esperable, y hasta saludable también, que varíen - desde un sentido musical hasta, por qué no, uno más drástico - su manera de trabajar, que tengan otras preocupaciones, que muten su estilo y que quieran, en definitiva, combatir el aburrimiento de habitar siempre la misma piel?
¿No será que somos un poco pelotudos?


(*) Impresionante, como siempre, la capacidad de predicción de Charly.